Cuando pensamos en embalaje, a menudo lo primero que nos viene a la mente son los envases orientados al consumidor. Sin embargo, la realidad es que el embalaje se utiliza en toda la cadena de suministro, mucho antes de que un producto llegue al usuario final.
Gran parte de este embalaje se utiliza para contener y proteger el producto durante la manipulación, almacenamiento y transporte entre fabricantes, distribuidores y minoristas, denominado embalaje de transporte o embalaje terciario.
La pregunta es:
¿Cómo pueden ser MÁS SOSTENIBLES las empresas en su consumo de embalaje de transporte?
La clave está en la selección de embalaje que proporcione una correcta protección, optimización del consumo y/o integración de materiales sostenibles.
Por lo que, tendremos que tener en cuenta los siguientes factores a la hora de seleccionar nuestro embalaje:
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Prevención de daños:
El embalaje desempeña un papel fundamental en la PROTECCIÓN del producto en su viaje a través de la cadena de suministro.
Dañar el producto supone el peor escenario para el medio ambiente ya que conlleva la implicación de más recursos productivos y de embalaje, así como envíos adicionales innecesarios provocados por devoluciones o reemplazos.
Se debe utilizar un embalaje acorde a las condiciones de transporte, destino, características de la mercancía, condiciones ambientales y regulaciones vigentes, entre otros factores.
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Eficiencia del material:
La protección de la mercancía es muy importante para una correcta prevención de daños, pero hay que tener cuidado con aplicar embalaje en exceso, utilizando cantidades innecesarias.
El embalaje aplicado debe lograr ese «punto óptimo» entre PROTECCIÓN y REDUCCIÓN del consumo.
Para ello, las empresas deben conocer sus índices de daños y buscar embalajes eficientes que permitan reducir su consumo manteniendo las mismas prestaciones para su mercancía.
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Embalaje sostenible:
Los embalajes sostenibles son aquellos que contemplan criterios de sostenibilidad desde la fabricación del producto hasta la eliminación del mismo, tratando de disminuir el impacto ambiental a lo largo del ciclo de vida del producto.
En definitiva, para que un embalaje se considere sostenible ha de cumplir con una o varias características dentro de alguno de estos dos grupos que detallo a continuación:
- Materiales con características favorables desde la perspectiva de aprovisionamiento: son aquellos que provienen de recursos renovables y de origen responsable o incluyen contenido reciclado.
- Materiales con escenarios favorables para el final de su vida útil: son aquellos reutilizables, reciclables, biodegradables o compostables.
La demanda de productos ecológicos ha crecido mucho en estos últimos años. Las empresas buscan en el mercado productos con etiqueta «ecológico» o «verde».
Sin embargo, a pesar de que el mercado del embalaje avanza muy rápido todavía encontramos algunas limitaciones cuando buscamos una solución específica que sea biodegradable o reciclada, como es el caso del film estirable. Resulta complejo fabricar este producto con materiales sostenibles y que a su vez mantenga sus altas prestaciones para contener y proteger la mercancía.
Pero seguro que es cuestión de tiempo… Mientras tanto hay otros factores, como reducir su consumo a través de materiales de alto rendimiento, en el que se puede incidir para ser más sostenible.
Los tiempos de la economía lineal en la que se fabricaba, se consumía y se tiraba, han cambiado. El embalaje sostenible es solo la punta del iceberg de un nuevo modelo económico basado en la llamada economía circular, que consiste en reducir, reutilizar, reemplazar, renovar y reciclar.
Reducir los desaprovechamientos en el consumo de materiales de embalaje, así como consumir materiales favorables para el medio ambiente, es donde las empresas del sector de embalaje, como Embalajes Terrón, podemos aportar nuestro granito de arena.