calidad

¿Debería ser la calidad un estándar básico en cualquier producto o servicio de una empresa?

Pero, un momento: antes de contestar a esta pregunta, habría que definir el término “calidad”.

La calidad es lo que consigue ganar la lealtad del consumidor, la que ayuda a establecer un reconocimiento de marca, pues los clientes tienden a volver a aquellas empresas que conocen y con las que han obtenido un buen resultado.

En resumen, se podría decir que la calidad es la que crea la confianza.

En un sentido tangible, la calidad es también una garantía para reducir los costos de las devoluciones, ya que los clientes no encontrarán tantos defectos en los productos si antes se garantiza un control de calidad.

Por lo que la respuesta es sí. La calidad debería ser un estándar básico en cualquier producto o servicio de empresa. Pues es lógico suponer que la empresa quiere estar bien reconocida, para ser más conocida, y aumentar, así, sus ingresos.

Sin embargo, el término “calidad” es fácil de decir, pero difícil de cumplir. Delante de la calidad se suelen interponer factores como el precio, la satisfacción del cliente, la eficiencia, los estándares del mercado y, por supuesto, los procesos de producción del producto en cuestión.

En este último punto es donde encontramos una discrepancia que, a mi modo de ver, es digna de discusión. Y la pregunta que pretendo analizar hoy en este artículo es la siguiente: fabricante o distribuidor: ¿Quién garantiza una mejor calidad? 

Fabricante vs. distribuidor: ¿existe este debate?

Este artículo surge a raíz de la idea generalizada por algunos de que comprar a un fabricante es garantía de calidad, mientras que comprar a un distribuidor es arriesgarse a no tener una calidad continua porque estos no venden siempre el mismo producto.

Cuando vemos estas afirmaciones sobre la venta de productos de embalaje siempre nos preguntamos: ¿de dónde proviene la calidad? ¿Es la calidad una “creación” del fabricante o del distribuidor?

Si utilizamos afirmaciones sencillas, se podría decir que el primer responsable de que exista esa calidad es el fabricante, pues es quien fabrica el producto (valga la redundancia), mientras que el responsable final será quién lo venda, ya sea fabricante o distribuidor (dependiendo de la cadena de valor).

Sin embargo, no es descabellado encontrar a un fabricante que baja sus estándares de calidad vendiendo a precios más bajos, o incluso, que ésta se ve afectada por cambios en su formulación o procesos productivos.

Lo mismo pasa a la inversa, tampoco es descabellado encontrar a un distribuidor que compra y vende al mejor precio sin comprometerse con la calidad o que, falla en sus procesos de control de la misma.

En cualquiera de los casos, me gustaría dejar claro este mensaje: vender calidad es en primer lugar, una elección y no una consecuencia de ser fabricante o distribuidor y, en segundo lugar, es el resultado del diseño, seguimiento y control de los procesos internos de cada uno.

Por tanto, ¿podemos, en verdad, decir que existe este debate entre distribuidor y fabricante?

La respuesta es, rotundamente, no. 

No existe el debate de calidad fabricante vs. calidad distribuidor. 

Si uno desea abrir un debate sobre “¿qué es mejor, comprar a un fabricante o a un distribuidor?”, entonces tendríamos que tratar aspectos como el volumen de compra, la capacidad de almacenamiento y entrega o el servicio.

Varios proveedores = la mejor tortilla

Una vez aclarado esto: independientemente de ser fabricante o distribuidor puedes ofrecer calidad, nos gustaría añadir también, que desde la perspectiva del distribuidor, comprar a varios fabricantes no es, en todos los casos, un sinónimo de comprar al mejor postor o buscar el mejor precio. 

En Volter somos distribuidores y compramos a varios fabricantes. Y sin embargo, hemos elegido vender productos eficientes y de calidad que cumplen con las necesidades más exigentes del mercado.

Nuestra oferta se basa en la especialización: pocas líneas, muchos productos y una gran diversidad de variaciones o referencias.

Y para cumplir con esta propuesta: mucha variedad de productos y todos ellos de calidad, nos vemos en la obligación de contar con varios fabricantes. Pues nuestra experiencia de más de 25 años nos ha demostrado que un único fabricante no nos ofrece la posibilidad de vender esa gran variedad, y a su vez, cumplir con los estándares de calidad que exige el mercado.

Las principales razones son dos: en primer lugar, es muy difícil que un único fabricante ofrezca muchos productos y todos ellos sean su “producto estrella” (todavía no me he encontrado el caso) y en segundo lugar y la más importante, porque aunque aparentemente todos los fabricantes producen el mismo producto, la realidad es que son muy distintos entre sí.

El proceso productivo del fabricante varía y cada cual tiene su fórmula, por lo que el resultado es, en realidad, productos aparentemente similares, pero con enormes diferencias que sí sabemos apreciarlas y encajarlas con las necesidades del cliente, podemos conseguir grandes resultados.

Pondremos un ejemplo muy sencillo: una tortilla de patata.

La conoces, la has probado. En teoría, es una receta que, con los mismos ingredientes, nunca sale igual, mucho menos viniendo de distintos cocineros. Cada cocinero tiene su manera de hacer esa tortilla, ¿cierto?

Los ingredientes aparentemente son los mismos: huevo, patata, a veces cebolla y/o pimiento, aceite y sal. Sin embargo, el cocinero puede variar en la cantidad que pone de cada ingrediente, en la forma de freír la patata (más pochada o más crujiente), el huevo más cuajado, menos…

Lo mejor de todo es que a cada persona le gusta de una forma. Si no, no existiría el eterno debate de “¿cómo te gusta más la tortilla de patata?».

Lo mismo ocurre con el film estirable a la hora de envolver un palet: depende de muchas variables como características de la máquina, condiciones de producción, características de la mercancía, formato del palet… Dependiendo de esto, funcionará mejor un producto u otro.

Por resumir, sería como si estudiáramos a fondo los gustos de cada persona que quiere comer tortilla, buscáramos a los mejores cocineros del mercado y, finalmente, ofreciéramos la tortilla del cocinero que cumple con esos gustos.

Ese es nuestro trabajo en la “cocina” de Volter: escuchar las necesidades del mercado y ofrecerle la mejor solución. La mejor tortilla. 😉

El proceso de Volter para garantizar la calidad 

Ya lo hemos dicho antes: la calidad es una elección y en Volter, además de todo lo que hoy te cuento aquí, elegimos garantizar calidad. ¿Cómo?

Estamos en constante movimiento para la búsqueda de mejores soluciones que cumplan con nuestros criterios principales: sostenibilidad y eficiencia.

Contamos con un proceso de homologación interno que nos garantiza que nuestros proveedores (hasta ahora denominados fabricantes) cumplen con esos criterios.

No sólo elegimos bien, también nos aseguramos a través de un sistema de control recurrente, que los proveedores con los que trabajamos mantengan siempre los estándares de calidad prometidos.

Por último, y no menos importante, el compromiso con nuestros proveedores siempre está presente.  Es sin duda un principio fundamental para nuestra empresa, pues creemos que es imprescindible para ofrecer calidad y mantenerla en el tiempo

 

 

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Este artículo se ha escrito con una sola intención: desbancar el mito “si eres distribuidor, no eres competitivo ni ofreces calidad”.

No nos atrevemos a hablar sobre otros distribuidores y otros sectores, pero sí podemos hablar sobre nuestra empresa en el mundo del embalaje: ofrecemos soluciones integrales de embalaje, somos distribuidores de una gran variedad de productos de calidad que compramos a varios fabricantes, pero no estamos guiados por la búsqueda del mejor precio, sino por nuestros 25 años de experiencia que nos han demostrado que el mercado es grande, exigente y que el cliente tiene necesidades muy variadas en las que hemos querido enfocarnos para satisfacerlos.

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